La vecina de Alcoy entrega la niña de acogida y recoge firmas para recuperarla.
Más de un millar de personas apoyan que la pequeña regrese con la alicantina hasta que el Tribunal Supremo se pronuncie.
Ahora, mientras aguarda a que el Alto
Tribunal se pronuncie sobre el asunto, la madre de acogida ha iniciado una
campaña de recogida de firmas a través de internet a la que se han sumado 1.400
personas de la Comunitat, de otras regiones de España y hasta de Europa e
Iberoamérica. La menor es hija biológica de una familia desestructurada y fue
entregada a la vecina de Alcoy en régimen de acogimiento permanente, cuando
todavía era un bebé. Según mantiene la mujer, Bienestar Social le planteó la
posibilidad de adoptarla, pero luego, «inesperadamente», le obligó a devolverla
tras nacer una hermana de la niña entregada en adopción a otra familia.
La decisión de Bienestar Social fue tomada por su consejo de adopción, con
el objetivo de agrupar a las dos hermanas biológicas, pero ni la mujer ni su
abogado creen que se tuvo en cuenta el interés de la pequeña.
«La niña ya me veía como su madre y a otra
niña de acogida que cuido, como a su hermana», lamenta la alcoyana. «Y todavía
no hemos visto ni un solo informe técnico que demuestre que la pequeña va a
estar mejor con la otra familia. Al contrario. Todos los elaborados eran favorables
a que siguiera a mi lado, pero han sido desoídos sin explicación», lamenta la
mujer.
La versión de Bienestar Social es que en
todo momento se está velando por el interés de la menor. La conselleria
recuerda que la tutela siempre ha sido suya, que la vecina de Alcoy no está en
el registro de padres con capacidad de adoptar y que forma un núcleo
monoparental, cuando lo aconsejable es que las dos hermanas estén juntas y
tengan un padre y una madre adoptivos. «Pero eso ya lo debían saber cuando me plantearon
la posibilidad de quedármela», clama la mujer.
Desde el departamento autonómico aseguran
que la adaptación de la niña a su nueva familia adoptiva está siendo «muy
positiva», por lo que no consideran que el Supremo vaya a contradecir la
decisión de la Audiencia de Alicante. Inicialmente, un juzgado de familia
alicantino dio la razón a la madre de acogida, al entender que era la persona
idónea para adoptarla, pero más tarde el órgano provincial revocó esta
resolución. La vecina de Alcoy estima que la menor debe volver a «su hogar» al
menos hasta que el Supremo decida sobre cuál debe ser su destino definitivo.
NOTICIA DE, "LAS PROVINCIAS.ES"
Un saludo, Lore!
"Hay niños con ansiedad, miedo e incertidumbre"
Psicólogas del Área de Familia consideran que no hay que ocultar a los menores la situación precaria en la que se vive
JOSÉ ANTONIO HIDALGO/ CÁDIZ | ACTUALIZADO 27.05.2012
"Cuando comenzamos a trabajar nos encontramos con un tipo de familia multiproblemática, con múltiples situaciones de riesgo. Con el tiempo, ese tipo de familia desapareció casi totalmente sustituida por unidades con problemas centradas en las relaciones personales. Ahora, y es algo que nos preocupa terriblemente, la crisis económica nos está llevando de nuevo al concepto de familia multiproblemática. Monoparentales en paro, o parejas con alguno de los dos en precaria situación laboral, sin capacidad para hacer frente al pago de la hipoteca, sin dinero para el pago del alquiler y sufriendo en muchos casos abusos laborales, con una exploración terrible".
Así, contundente, comienza el análisis sobre la situación de la familia gaditana, en estos tiempos de dura crisis, por parte de dos psicólogas del Área de Familia del Ayuntamiento. Ellas, como sus compañeras y compañeros, conocen perfectamente la radiografía de la crisis social en la ciudad. Una ayuda pública que no depende únicamente del presupuesto que se tenga sino también de la implicación de los directivos y técnicos que forman parte de este departamento. Y en este caso esta implicación va más allá del mero cumplimiento del trabajo diario.
Porque el calibre de la crisis es tal que les afecta, emocionalmente, a buena parte de ellos, sobre todo cuando están cayendo familias de clase media, como ellos, y no se ve la luz en este negro túnel. Una clase media que, además, no está preparada para atravesar esta crisis. "Ellos no son capaces de ventilar públicamente sus problemas y esta crisis es tan rotunda que se convierte en el detonante para que estalle todo aquello (relaciones personales, gastos económicos) que ha estado cogido por alfileres".
Otra frase contundente: "Ahora estamos en una situación de supervivencia pura y dura, mientras que no se logre crear empleo. Por eso no se debe recortar en cuestiones como los servicios sociales, la sanidad o la educación, que repercute directamente en los menores, a la vez que actuar en el tema de la vivienda y articular fórmulas para bajar el precio de los alquileres".
¿Y los niños, los jóvenes? ¿Cómo están viviendo toda esta situación?
"La pobreza se enmascara muy bien cuando hay niños pequeños. Se les puede reducir la alimentación o vestirle con ropa ya usada porque no se dan cuenta. Pero otra cosa es la etapa adolescente. Muchos de estos chicos y chicas necesitan apoyarse en un icono que les asegura la pertenencia al colectivo, porque si no ese joven acaba pasándolo mal, se vuelve inseguro, le hace ser diferente".
Si quienes ya vivían en un ambiente de necesidad el agravamiento de la misma no provoca una ruptura drástica en el modo de vida, otra cosa es los que han vivido en un ambiente económica estable que se ha hundido con la recesión. "Los padres de estos chicos van a tener problemas, muchos ya los tenemos según estamos detectando, porque los niños serán tiránicos en la apreciación de la crisis y su relación con los padres se torna mucho más difícil", e incluso en casos más extremos, violenta.
Por si fuera poco, la propia configuración urbanística de Cádiz, donde no existe separación entre los barrios más pobres y los más ricos de la capital, facilita que muchos menores sin recursos se comparen con los que sí cuentan con ellos: ropa de marca, motos, equipos de música..., "provocando que reflexionen sobre su propia situación".
En su conversación con este diario, ambas psicólogas tienen claro que "no se debe de ocultar la realidad de los hijos, aunque ésta sea tan precaria, pues éstos pueden alcanzar un estado de ansiedad, miedo e incertidumbre por lo que ven en su entorno y por lo que ven respecto a la actitud de sus propios padres. Los niños son auténticas esponjas, que todo lo absorben y pueden incluso llegar a una situación de desamparos en los que se autoinculpen al considerarse responsables del bajo estado anímico de sus padres".
Servicios Sociales, como apuesta que es del gobierno municipal, mantiene sus presupuestos a incluso los incrementa en determinadas áreas. Sin embargo, el incremento de las necesidades ciudadanas en estos dos últimos años ha sido tal que a pesar de ello la demanda sigue desbordando a la oferta. A la vez, si antes una familia recibía determinada ayuda municipal en determinado momento del año, ahora su situación se ha degradado tanto que la necesidad de esta ayuda, o la que pueda proceder de otras instituciones, se hace permanente. Se llega así a un amplio colectivo ciudadano que vive de la asistencia pública. Evitar que se rompa de forma definitiva el vínculo con el sector productivo se considera por ello fundamental. Pendiente de que se cree empleo, lo que aún tardará un largo tiempo en llegar, se plantea desde este colectivo medidas especiales, como cursos becados, que a la vez que aportan a las familias algo de fondos ayuda a mejorar su formación laboral y educativa.
¿Y cuando salgamos de la crisis? "Lo que no se debe tender a cometer los mismos errores y que cuando mejore la situación de todos se pretende recuperar todo lo perdido. Hay que aprender la lección y que se vea que la vida no es siempre igual, que hay momentos mejores y peores y que lo que ha sido negativo no hay que repetirlo. Y sobre todo, nos debería de servir para ser más generosos, especialmente agradecidos con los mayores. Lo que hoy están en edad adulta, luchando por sus hijos, llegarán seguramente a la vejez con pensiones muy bajas y sin duda necesitarán el apoyo de sus hijos, los mismos sobre los que, en su mayoría, se vuelcan ellos ahora".
ARTICULO DE "EL DIARIO DE CADIZ"
Un saludo, lore.
La pesadilla de fundar una familia
El Estado francés niega la nacionalidad a los hijos nacidos por subrogación como los de Rafael y Pierre. Solo reconoce a los niños como si fueran acogidos
La familia Montané reúne casi todos los elementos que soliviantan a los enemigos del matrimonio homosexual en Francia. Rafael Montané, 49 años, y Pierre, 47 (prefiere ocultar su apellido), no solo están casados, sino que hace cinco años recurrieron al sistema de maternidad subrogada para cumplir su sueño: formar una familia con hijos. Lo consiguieron. Isabel y Héctor son prueba palpable de ello. Ahora son dos inquietos chavales de cuatro años y medio que vuelven del colegio emocionados con las fotos oficiales de la clase, con pocas ganas de merendar (sobre todo, Isabel) y muchas de jugar. Son chavales que viven en París. Sus padres son franceses, pero el Estado no les reconoce la nacionalidad y, por tanto, ni siquiera tienen derecho a heredar como hijos; una pesadilla que atormenta a sus progenitores.
Rafael y Pierre, gracias a las técnicas de fecundación in vitro y las leyes de California, son los padres biológicos de Isabel y Héctor. Nunca han querido indagar acerca de quién de los dos lleva los cromosomas de cada uno. Son sus padres y comparten conjuntamente la experiencia. Les extraña que se les pregunte si se ven obligados a hacer a veces el papel de madre. “Somos sus padres y les atendemos como tales”, explica Rafael en la sala de casa, en el rincón que los niños ocupan para jugar. Él es el que les recoge del colegio y vela por las noches si están enfermos. “¿Eso es ejercer de madre?”.
La madre biológica de Isabel y Héctor es una donante de óvulos. La gestante fue una segunda mujer californiana. Pierre es ejecutivo en una multinacional financiera. Rafael, que tiene la doble nacionalidad franco-española, vendió su empresa y es el amo de casa. “Quería dedicarme a ellos a tiempo completo”. Los cuatro viven en una casa con un pequeño jardín a las afueras de la capital gala. Los niños figuran oficialmente como acogidos. Los padres están hartos de inútiles papeleos que no les reconocen lo fundamental: su paternidad y lo que ello conlleva. Confiaban en el Gobierno socialista de François Hollande. Ahora tienen muchas dudas y una esperanza: una sentencia de junio pasado del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, que obliga a Francia a reconocer a esos hijos nacidos por subrogación (rechazan la denominación vientre de alquiler), aunque el método esté prohibido en suelo francés.
Las asociaciones que defienden tal sistema calculan que cada año nacen unos doscientos niños “franceses” que viven en un limbo legal, como los Montané. Es una realidad que ha espoleado al movimiento contra el matrimonio homosexual Manif pour tous a redoblar sus protestas mientras el Gobierno mantiene un difícil equilibrio: no apela la sentencia, pero rechaza legalizar el sistema, ya prohibido, por considerar que es un mercadeo de niños. “Los tribunales tendrán que aplicar la sentencia de Estrasburgo”, explica el Ministerio de Justicia, “pero no vamos a cambiar la legislación”.
“Estoy convencido de que vamos a lograr inscribir a nuestros hijos”, asegura Pierre, en línea con lo que piensan ahora las organizaciones como Clara que defienden la maternidad por subrogación siempre que, como los trasplantes de órganos, no implique pago alguno. Rafael no se muestra tan esperanzado. Siente que algunas madres le hacen el vacío en el colegio de sus hijos a medida que conocen su historia y aún recuerda el miedo a ser agredido cuando el debate sobre la legalización del matrimonio homosexual disparó la homofobia. Esa revitalizada corriente de opinión que exige limitar las posibilidades de procreación de los homosexuales le desespera.
Pierre explica cómo paradójicamente España podría ser la tabla de salvación. De vivir ahí, sus hijos tendrían todos los derechos. Pero su trabajo está en París, como su casa, su familia y el colegio de sus niños. La pelirroja Isabel se ha disfrazado de Cenicienta y le parece muy natural tener dos papás, lo que para Héctor es, además, una gran ventaja. Para cuando sean mayores, sus padres tienen preparadas todas las respuestas. Entonces, podrán saber todo acerca de su origen biológico. Ahora no parece preocuparles en absoluto.
Rafael y Pierre, gracias a las técnicas de fecundación in vitro y las leyes de California, son los padres biológicos de Isabel y Héctor. Nunca han querido indagar acerca de quién de los dos lleva los cromosomas de cada uno. Son sus padres y comparten conjuntamente la experiencia. Les extraña que se les pregunte si se ven obligados a hacer a veces el papel de madre. “Somos sus padres y les atendemos como tales”, explica Rafael en la sala de casa, en el rincón que los niños ocupan para jugar. Él es el que les recoge del colegio y vela por las noches si están enfermos. “¿Eso es ejercer de madre?”.
La madre biológica de Isabel y Héctor es una donante de óvulos. La gestante fue una segunda mujer californiana. Pierre es ejecutivo en una multinacional financiera. Rafael, que tiene la doble nacionalidad franco-española, vendió su empresa y es el amo de casa. “Quería dedicarme a ellos a tiempo completo”. Los cuatro viven en una casa con un pequeño jardín a las afueras de la capital gala. Los niños figuran oficialmente como acogidos. Los padres están hartos de inútiles papeleos que no les reconocen lo fundamental: su paternidad y lo que ello conlleva. Confiaban en el Gobierno socialista de François Hollande. Ahora tienen muchas dudas y una esperanza: una sentencia de junio pasado del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, que obliga a Francia a reconocer a esos hijos nacidos por subrogación (rechazan la denominación vientre de alquiler), aunque el método esté prohibido en suelo francés.
Viven en un limbo legal. Ni siquiera tienen derecho a heredar; una pesadilla que atormenta a sus progenitores
“Estoy convencido de que vamos a lograr inscribir a nuestros hijos”, asegura Pierre, en línea con lo que piensan ahora las organizaciones como Clara que defienden la maternidad por subrogación siempre que, como los trasplantes de órganos, no implique pago alguno. Rafael no se muestra tan esperanzado. Siente que algunas madres le hacen el vacío en el colegio de sus hijos a medida que conocen su historia y aún recuerda el miedo a ser agredido cuando el debate sobre la legalización del matrimonio homosexual disparó la homofobia. Esa revitalizada corriente de opinión que exige limitar las posibilidades de procreación de los homosexuales le desespera.
Pierre explica cómo paradójicamente España podría ser la tabla de salvación. De vivir ahí, sus hijos tendrían todos los derechos. Pero su trabajo está en París, como su casa, su familia y el colegio de sus niños. La pelirroja Isabel se ha disfrazado de Cenicienta y le parece muy natural tener dos papás, lo que para Héctor es, además, una gran ventaja. Para cuando sean mayores, sus padres tienen preparadas todas las respuestas. Entonces, podrán saber todo acerca de su origen biológico. Ahora no parece preocuparles en absoluto.
ARTÍCULO DE EL PERIÓDICO EL PAÍS.
“No quiero tener que disfrazarme de hombre para poder ver a mi hijo”
Una transexual denuncia a su ex por obligarle a visitar al niño con “apariencia masculina”
Gerardo Darriba se casó con I.P.M. en 2005. “No me atrevía a salir del armario, a asumir lo que era, y pensé que si me casaba y tenía una familia me podría olvidar de esto. Pero me equivoqué”. Gerardo se sentía una mujer. Cuando ya no pudo más, comunicó a su esposa su intención de cambiar de sexo. “Le propuse que siguiéramos juntos por nuestro hijo, nacido en 2007, pero ella no quiso. Nos separamos en julio de 2012. Entonces yo estaba muy mal, con una profunda depresión. La presión era enorme: de mi mujer, de su familia, de la mía, que nunca me ha apoyado…”. Por eso, explica, accedió a firmar una cláusula en el convenio de separación que decía que “ante la situación psicológica y personal que estaba sufriendo por sus problemas de identidad sexual” solo vería a su hijo si acudía con “apariencia masculina”. Después de un año recibiendo hormonas asistido por la Unidad de Tratamiento de Identidad de Género de Asturias para convertirse en mujer, eso es imposible.
Gerardo ahora es y tiene la apariencia de Laura. “Hoy no tengo ningún problema psicológico más allá de la enorme pena de no ver a mi niño”, cuenta Darriba, de 43 años. “Este año, por no ir disfrazado de hombre, mi ex solo me ha dejado verle tres veces: una en febrero, otra en abril y la última en septiembre”, asegura.
Su ex niega que le impida ver al pequeño: “Solo le pido discreción. No quiero que vaya a recoger a mi hijo al colegio de curas con una falda o vestido y que se rían de él. ¿Qué le cuesta atarse el pelo y ponerse un chándal? Tengo que proteger a mi hijo”, explica a EL PAÍS.
Su exmujer: “No quiero que vaya a recoger a mi hijo al colegio de curas con una falda o vestido y se rían de él”
Darriba ha denunciado a su ex para cambiar esa cláusula que le obliga a ver al niño con “apariencia masculina”. “No quiero tener que disfrazarme de hombre para poder ver a mi hijo. Soy una mujer: desde que me levanto hasta que me acuesto. Ahora me llamo Laura, y eso no cambia que mi hijo siempre va a ser mi hijo, mi sangre. Quiero que me quiera como soy”, explica. “Ir disfrazado, mentirle, es mucho peor. Y además, ¿quién va a decidir si voy suficientemente caracterizado de hombre? ¿Un policía? ¿Mi ex?”.
Un juez revisará el régimen de visitas del niño, que ahora tiene siete años. “Lo único que pido es que dejen que mi hijo decida por sí mismo si quiere verme, si me acepta. Y con el apoyo psicológico y el seguimiento que haga falta”, afirma Darriba. “Conmigo el crío está feliz. Con cuatro años empezó a hacerme preguntas, y yo le he ido explicando que ahora soy Laura, que puede llamarme papá... Soy su papá y lo seré siempre. Si no me aceptara o sufriera, yo esperaría. Pero hasta ahora no hemos tenido ningún problema”.
Darriba insiste en que nunca ha querido hacer daño a su exesposa. “Ella se llevó una sorpresa, no sabía lo que me pasaba y yo me equivoqué al pensar que casándome y formando una familia podría olvidarlo. Ella pensó que me echaría atrás, pero esto no funciona así. No es un capricho”.
Su exmujer asegura que lo ha pasado muy mal y que ahora solo le preocupa el bienestar del niño. “Yo me casé con un hombre, tuve un hijo y mi hijo tenía un padre. Era muy feliz. Hasta que un día me dijo: ‘Quiero ser una mujer’. El shock fue tremendo”.
Darriba lleva un año de tratamiento hormonal. Los psicólogos llaman a este periodo “el test de la vida real” (previo a la operación de cambio de sexo), que consiste en comunicar al entorno la nueva identidad y comportarse como una mujer. En su DNI todavía figura como Gerardo porque la ley de identidad de género (2007) permite cambiar el nombre antes de la operación, pero solo tras al menos dos años de tratamiento hormonal. “Esto me ha causado muchos problemas. Si encontrar trabajo es difícil para cualquiera, para las transexuales más. Yo lo tengo especialmente complicado porque me dedicaba a la construcción, un trabajo muy físico, y el tratamiento hormonal debilita mucho”.
ARTICULO DE EL PERIÓDICO EL PAÍS.
Hola chicas! Me encanta vuestro blog, y vaya noticia me ha parecido super interesante!
ResponderEliminarUn besito, Lorena V
Hola chicas! Me ha resultado muy interesante el artículo e impactante! Buen trabajo!
ResponderEliminarIrene
Hola Chicas!! me parecen unas noticias muy interesantes y a la misma vez muy injusta, una lastima la verdad!!
ResponderEliminarLorena Martínez
Hola chicas, el articulo de "la pesadilla de fundar una familia", me ha parecido muy impactante, me ha llamado muchísimo la atención.
ResponderEliminarUn buen trabajo